Despertar el interés de los alumnos es el primer desafío al que se enfrenta todo profesor. Y no es fácil. No hay enigma ni fórmula secreta para abrir el candado que predispone a la escucha de los niños y no tan pequeños. No son de regalar sus oídos a cualquiera, menos aún, sin ánimo de ofensa, al profesor de matemáticas, por poner un ejemplo.
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